viernes, 14 de junio de 2013

Fragmento Segundo: Hallazgo.

La nave eldar se acercaba con precaución al Acorazado Imperial. Aunque la kilométrica embarcación no daba señales de vida, ninguno de los eldars de abordo podía olvidar el hecho de que su ligero navío podría ser derribado con facilidad por las potentes torretas de defensa. Un solo impacto láser sería fatal para la pequeña embarcación.
El Piloto Águila que guiaba el Crucero buscaba algún punto desde el que poder llevar a cabo las maniobras de abordaje. Sus ojos expertos evaluaban, utilizando la información que iba apareciendo en pantalla, la localización de los puntos más factibles para abordar el pecio. Seleccionó una posición cercana al Puente de Mando que debía haber sido utilizada durante las conexiones con otras naves aliadas o cuando el navío descansaba en los muelles espaciales de antaño. Aunque de eso debía hacer mucho tiempo.
La nave eldar abrió una brecha en el armazón del Acorazado mediante unos disparos de torpedos precisos y centrados. La maniobra de aproximación y abordaje se llevó a cabo a la perfección y en un tiempo mínimo. Al no contar con datos referentes a la estructura del casco, el abrir un portal temporal desde la Telaraña pudiera haber resultado peligroso para la partida de exploración. Tal vez incluso pudieran haber accedido los supuestos ocupantes del inmenso navío.

 Los eldars, finalmente, entraron en la nave Imperial sin ningún contratiempo. Y Lyenna iba a la cabeza.

-Interior del Acorazado Imperial-

Se encontraban en un recinto enorme. Debía de ser uno de los hangares principales de la colosal nave Imperial. La brecha que el Crucero Eldar había abierto ya había sido tapiada, primero con escudos psíquicos erigidos por el brujo que acompañaba a la escuadra de exploración, y luego por resistentes  planchas de hueso espectral hábilmente manipuladas por un aeda óseo.
Los eldars, con las armas desenfundadas, echaron un vistazo a su alrededor para evaluar las condiciones del lugar que había seleccionado el piloto para dar comienzo al abordaje.
La iluminación del hangar era bastante tenue. Aunque las luces principales parecían desconectadas, las de emergencia continuaban funcionando, por lo que era deducible que los generadores de energía de la nave continuaban en funcionamiento. El mismo piloto les había avisado de que el Campo Geller de la nave aun continuaban operativo. Los sistemas de soporte vital tampoco podía estar desconectados, ya que la embarcación disponía de una atmósfera respirable. Los sistemas de gravitación funcionaban con normalidad. La temperatura en el interior era cercana a los 3ºC, muy superior a la de cualquier pecio abandonado a la deriva. Aquel acorazado seguía funcionando de forma autónoma, aunque fuera en modo ahorro de energía.
Las luces anaranjadas de emergencia no alcanzaban lejos. Los tubos de neón que comenzaban a fallar provocaban una danza que alternaba las sombras y la luz, otorgando un aspecto siniestro a las recargadas estatuas de mármol de los héroes imperiales de antaño, confiriéndole al ambiente una apariencia tétrica. Las paredes estaban ostentosamente decoradas con pinturas y relieves que retrataban las más grandes victorias de la Humanidad. Por doquier podía verse a enormes marines que conquistaban mundos y sectores como si de una fuerza imparable se tratase.
Lyenna se dio la vuelta, retirando la vista de la enorme estancia, y observó a los soldados que había seleccionado para aquella misión. Se encontraban con ella ocho Escorpiones Asesinos del Templo del Aguijón Letal y su Exarca Hadryn. Se habían incorporado también a la partida de exploración doce Vengadores Implacables del Templo del Meteoro Imparable. Un Brujo, de nombre Altayr se había unido a la misión como apoyo psíquico para la escuadra. También los acompañaban varios Guardianes voluntarios de Tuisach-Lelith y el Aeda Óseo que había tapiado la brecha. A parte del equipo estándar los guardianes llevaban consigo dos plataformas de apoyo, armadas las dos con láser multitubo.
La autarca se  dirigió a los guerreros y comenzó a organizar la expedición:
-Dividiremos nuestras fuerzas en dos grupos distintos. Altayr irá escoltado por Hadryn y la mitad de los guerreros.
-Como deseéis, Autarca –respondió el Exarca- ¿Cuál es nuestro cometido?
-Buscaréis el Puente de Mando y reuniréis toda la información que podáis acerca de esta nave y los mon-keigh que la pilotaban. –Ordenó Lyenna, con un tono autoritario a la par que sereno. Sabía que Altayr, a diferencia de los demás miembros del grupo, era capaz de leer y comprender la tosca lengua de los mon-keigh- Mientras, el resto de la escuadra y yo exploraremos la nave a fin de descubrir qué es aquello que nos ha estado enviando señales. Los guardianes os quedareis aquí junto al aeda Maerun y defenderéis esta posición en caso de ataque. Altayr y yo nos mantendremos informados mentalmente mediante los dispositivos de comunicación mental que nos han sido cedidos. Vuestro objetivo está en aquella dirección.-dijo, al tiempo que señala unas ostentosas escaleras de mármol que ascendían a los pisos superiores- Buena  suerte, que la Doncella os guíe en vuestro caminar.
-Y que la fortuna nos sonría a todos -respondieron los guerreros, con los cabeza inclinada a en señal de respeto a la autarca.
Después, ambos grupos se separaron, y mientras unos ascendían a los pisos superiores, Lyenna y sus guerreros tomaron el camino que debía conducir al centro de la nave, dónde lo desconocido aguardaba.

La escuadra de Lyenna avanzaba decididamente por los ornados pasillos del Acorazado. Allá donde miraran, los eldars veían pinturas exquisitas y centenares de obras de arte. Sin duda la Gran Cruzada había supuesto la expansión del Imperio en campos que iban más allá del territorio usurpado o de los avances tecnológicos. El ambiente continuaba sumergido bajo la luz anaranjada que desprendían los sistemas de emergencia.
La decoración no era la única compañía de los guerreros especialistas. Por doquier habían esqueletos humanos y cadáveres momificados. Sin embargo, estos no presentaban señales de lucha o violencia. Simplemente estaban tendidos en el suelo, cómo si se hubieran dejado morir.
Los eldars avanzaban con el sigilo que sólo su raza podía dominar. Los cuatro Escorpiones Asesinos iban junto a Lyenna en vanguardia, con las pistolas preparadas para acribillar a cualquiera que intentara sorprenderlos y la mano derecha sobre la empuñadura de sus espadas-sierra.
La autarca iba más relajada. Llevaba la espada de energía asida a la cadera y su catapulta shuriken artesanal colgaba de la espalda. Con todo, la autarca podría tomar ambas armas y comenzar a utilizarlas en cuestión de segundos. Aunque le hubiera gustado quitarse el casco, la baja temperatura del ambiente hubiera sido una molestia mucho mayor.
A sus espaldas iban los Vengadores implacables, con sus armas apuntando a todas las esquinas lugares dónde las sombras imitaban alguna silueta vagamente humanoide. Tampoco dejaban sin revisar ninguno de los cadáveres presentes.
El contacto con Altayr no había sufrido ninguna clase de  contratiempos. Según el último informe, unos veinte minutos atrás, el otro grupo debería estar a punto de acceder al Puente de Mando. Una vez llegaran, podrían indagar en los datos de los ordenadores centrales a fin descubrir la historia de aquel pecio espacial.
“¿Autarca?- la voz del brujo apareció repentinamente en la mente de Lyenna- Hemos llegado a la estancia central. Me dispongo a acceder a los ordenadores principales. Al parecer los sistemas de alimentación continúan operativos. En cuanto tenga algo útil, se lo haré saber”.
“Bien. Busque principalmente en el Diario de A bordo del Capitán. -respondió Lyenna- Manténgame informada.”
La partida eldar continuó avanzando hasta llegar a un corredor más ancho que los recorridos hasta el momento. Además, el pasaje al que acababan de acceder ya no exhibía la recargada decoración a la que los eldar se habían acostumbrado. De vez en cuando se podía observar algún relieve en las paredes. Los emblemas dispuestos a cada lado del corredor mostraban unas colosales mandíbulas que se devoraban un planeta de un solo mordisco. Los cadáveres de humanos y servidores, a su vez, comenzaron a ser cada vez más numerosos. En algunos tramos, el grupo de Lyenna se veía obligado a sortear los cuerpos tendidos. Siguieron el pasillo durante varios minutos.
“Autarca Lyenna, he accedido a la información que fue dejada por el Capitán de la nave -dijo el brujo de forma repentina. Su voz denotaba excitación- Al parecer este navío pertenecía a la 13ª Flota Expedicionaria de los ejércitos de Terra. -el brujo hizo una pausa. Sin duda le costaba leer la tosca lengua de los mon-keigh- El nombre de esta nave era “Engullidora de Estrellas”. Parece ser que su misión era la de recoger a un contingente de soldados desde un planeta conquistado por los humanos hace varios milenios. Su destino era un sector bastante cercano, dónde apoyarían a los ejércitos imperiales en contra de los orkos para obtener la sumisión del sector .”
“Entonces, ¿cómo ha podido emerger esta nave en este lugar y después de tanto tiempo? –inquirió la autarca.- ¿Acaso sufrieron algún accidente en su ruta?”
“Según el diario de abordo –respondió el brujo- cuando el navío se sumergió en el Inmaterium, un percance bastante importante los desvió de su camino y acabaron a merced de las corrientes disformes. La nave resistió los envites de la Disformidad, pero los motores quedaron dañados y la embarcación perdió la capacidad de navegar por sí misma. Quedaron atrapados, incomunicados y sin posibilidad de escapar. Hasta que la disformidad la escupió hace unos ciclos delante nuestro.”
Mientras Lyenna escuchaba el informe del brujo, el grupo llegó al final del corredor, que se había ido ensanchando hasta llegar al final del recorrido. Ante ellos se alzaba ahora una imponente puerta metálica, el suelo de delante de la cual estaba cubierto por completo por huesos blancos y agrietados por el paso del tiempo. También relucían las piezas metálicas que se hacía implantar a los servidores del personal de la nave.
Lyenna sintió un escalofrío al mirar al imponente pórtico.
-Creo que hemos encontrado lo que andábamos buscando. -dijo la autarca a sus guerreros- Abrid esa puerta. –ordenó a sus guerreros
Acto seguido se puso a contactar con el brujo al tiempo que sus guerreros colocaban las bombas que abrirían la puerta sellada. Las cargas de fusión provocarían una explosión controlada que abriría un agujero en la entrada sellada.
“Altayr, ¿estás ahí? –preguntó la autarca- Continua contándome más. ¿Has descubierto cual fue el destino de la tripulación?"
Una fuerte explosión iluminó todo el lugar con una luz blanca resplandeciente. Los huesos y piezas metálicas salieron despedidos, se calcinaron y se vaporizaron cuando la energía liberada los alcanzó. La puerta había quedado derretida en el centro y lucía un importante agujero. La autarca entró por la apertura seguida por sus guerreros.
“Autarca, ya he descifrado el resto del diario de abordo. Ya se qué ocurrió con la nave tras quedar atrapados en la disformidad. -respondió el brujo. Su voz manifestaba nerviosismo y algo más- No va a creérselo cuando se lo diga”
-No será necesario que digas nada Altayr. Lo estoy viendo con mis propios ojos. –respondió Lyenna, hablando en voz alta.
No podía creer que lo que estuviera viendo fuese cierto. Simplemente, no podía.
Pero allí estaban, frente  a ella y sus guerreros. Cientos, seguramente miles de cámaras de éxtasis. Todas con la luz parpadeante que las señalaba en funcionamiento. Un marine espacial del emperador, inmóvil y con su armadura de azul y blanco, dentro de cada una de ellas. Un ejército durmiente.

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