domingo, 9 de febrero de 2014

Sables Rotos: Capitulo V [Relato]


CAPITULO QUINTO

 

Niveles de control de la estación Jerguen, Sección Beta.

Tal como estaba previsto, una veintena de hombres pertenecientes a las tropas de asalto del 101º de Gran Belerin ataviados con sus oscuros uniformes, motivo por el que eran conocidos como los Sabatt Negros. Por eso, y por ser la guardia personal de la Comisaria Perséfone desde que esta fuera asignada a la Guardia Belerinita 5 años antes. A juzgar por los cadáveres de la FPD que recubrían los pasillos ya habían empezado las hostilidades.
La Jerguen poseía elevadores que conectaban cada una de las secciones operativas de la estación, con los niveles superiores donde se hallaban los departamentos de control y el puente de mando. Su antigüedad  impedía la instalación de teleportariums internos, por lo que de otro modo las distancias habrían sido insalvables. Aun así podía llevar varias horas recorrer la estructura circular de la gigantesca estación. El puente de mando se hallaba en la sección más elevada por lo que para acceder al mismo era necesario hacerlo desde un único punto de acceso, la comisaria no tenía dudas de que a estas alturas estaría bien custodiado.
-El teniente Barret la está esperando mi señora, hemos establecido el centro de mando en esa sala de servicio.- El miembro de los Sabatt  señaló a una puerta semiderruida en el fondo de la estancia, en el cuello de su negro uniforme resplandecía la daga plateada que lo identificaba como Sargento.
-Que nadie pase de este ascensor sin mi consentimiento- Perséfone hizo un gesto con la muñeca y su escolta se unió al puesto de defensa, mientras ella emprendía nuevamente la marcha. Mucho debía de haber bebido Solceyx si pensaba que unos cuantos de sus peleles iban a mantenerlo con vida.
El teniente y otros tantos hombres de hallaban reclinados sobre un improvisada mesa de mapas. La habitación parecía ser una caserna para la guardia que normalmente controlaba los accesos, Perséfone no puedo evitar pensar en los pobres desgraciados que yacían tendidos sobre el suelo del pasillo que acababa de abandonar.

 

-¿Y bien que tenemos?- Los hombres se sobresaltaron al percatarse de la presencia de la comisaria, inmediatamente se hicieron a un lado para dejarle paso hasta la mesa, donde el teniente Barret permanecía con su inseparable puro entre los labios. –Nada bueno me temo- dijo mientras señalaba un punto sobre el mapa que se extendía sobre una de las mesas.
-¿Sabemos algo de Solceyx?- inquirió Perséfone
–El general parece que sabe lo que hace, con la explosión han conseguido que la estación entre en estado de emergencia, por lo que la mayor parte de secciones se hayan en aislamiento y con cuarentena decretada. Eso retrasará cualquier movilización-
-¿Y el alto mando?- la comisaria no parecía impresionada.
-Nada, los oficiales a bordo de la estación aún deben estar regresando a sus puestos, y la mayor parte de los efectivos son fragmentos de fuerzas dispersas camino de su destino y a la espera de sus transportes.- El teniente hizo una pausa para mirar directamente a los ojos de Perséfone, era uno de los pocos hombres en la estación capaz de hacerlo sostenidamente. –Con todos los respetos mi señora ahí fuera hay un follón de tres pares de cojones-.
-Patear cojones es mi especialidad Teniente, prepare a sus hombres, vamos a tomar el puente.- Perséfone chascó los dedos en dirección a uno de los hombres que acababan de entrar en la habitación con ella.
-¿Solos?, con todos los respetos mi señora eso es un suicidio, una compañía entera…- El teniente Barret señalaba los documentos que se hallaban desperdigados sobre la mesa pero no puedo acabar de pronunciar sus palabras. El soldado al que la comisaria acababa de interpelar colocó un enorme cacharro metálico sobre todos aquellos planos, tras pulsar un interruptor el aparato empezó a emitir un zumbido sordo.
-No estamos solos- Inquirió Perséfone, con una media sonrisa dibujándose en la comisura de sus labios.

 
Puente de mando del Orgullo de Kratia

El capitán Pritzer acababa de iniciar la maniobra de aproximación tal como el Rictor había ordenado, los enormes motores del Orgullo de Kratia tronaron luchando por encarar la nave en un ángulo de cuarenta y cinco grados en la vertical de la estación, tras los mamparos blindados del puente se dibujaba lentamente la silueta de la estación a medida que el crucero de los Mirmdiones aumentaba el escorado hacia su proa. Desde su nueva posición, podía apreciarse claramente como uno de los apéndices que sobresalían de la macroestructura había sufrido algún tipo de explosión interna, con las características lenguas de fuego que delataban los lugares donde el oxígeno incandescente de las deflagraciones se perdía hacia el vacío. En el extremo del apéndice dañado, una nave que doblaba sobradamente el tonelaje del Orgullo permanecía atracada sobre la maltrecha estructura.
-Doce grados de través a babor- Los ojos de Furio escrutaban la escena desde el puesto de mando. –Contramaestre Inclinación doce grados sobre el través de babor- ratificó Pritzer.
El enorme crucero apenas había empezado a escorarse cuando un destello azul inundó todo el puente, seguido por un terrible estruendo y los estremecedores crujidos de la supraestructura de la nave. Un segundo después, la iluminación de emergencia había sumido la estancia en un inquietante tono carmesí.
-¿De dónde demonios ha salido eso?- Furio permanecía en el puesto de mando, con los ojos clavados en los paneles que parpadeaban frenéticamente ante el – Informe de daños,  inicien maniobras de evasión, toquen a zafarrancho- Añadió al tiempo que tecleaba una secuencia sobre los mandos.
-Avante toda  cuarenta y cinco grados a estribor.- El capitán Pritzer había regresado a su puesto junto al contramaestre, cuya metálica voz resonaba por toda la nave “Zafarrancho de combate, Todo el mundo a sus puestos, Zafarrancho de Combate, no es un simulacro
-No ha sido la estación- el capellán Klávicus no había variado un ápice su posición frente a los ventanales de proa que se abrían en el frontal del puente de mando.
-Y qué cojo…- El Rictor interrumpió las palabras a medida que tras los mamparos aparecía la figura de al menos tres fragatas cuyas líneas delataban claramente su factura Imperial. A pesar de que el Orgullo de Kratia poseía todas las balizas e identificadores operativos, la flotilla había dibujado claramente una línea de batalla a estribor de su posición.  –Alguien pagará por esto- Furio puedo fijarse en los pabellones que identificaban a las naves como miembros de la flota de defensa planetaria de Gran Belerin lo que a todas luces carecía de sentido, aunque las consecuencias podían ser desatrosas, si toda la fuerza de defensa planetaria se había amotinado entonces habían subestimado la magnitud del problema que tenían entre manos.

En aquel momento  unos diminutos destellos surgieron del casco de las naves, -¡Preparaos para el impacto!- sin tiempo para reaccionar el Rictor apenas pudo terminar de pronunciar las palabras cuando una nueva andanada hizo estremecerse el anciano casco del Orgullo de Kratia. El crucero de los Mirmidones había iniciado la virada a estribor por lo que gran parte de los disparos no hicieron blanco, sin embargo Furio sabía perfectamente que no podrían soportar aquel castigo durante mucho más tiempo. -Cuarto de timón a estribor, ¡avante toda!-
-Pero señor  nos dirigimos hacia la línea enemiga- El contramaestre parecía contrariado.
-¡Obedezca soldado!, ¡cuarenta y cinco grados a estribor, avante toda!- El capitán Pritzer había comprendido perfectamente la situación.
 -Izad el espolón de proa- El Rictor había vuelto a reclinarse sobre su sillón. – A mi orden toda la potencia auxiliar a las baterías de estribor. - Solo tenían una oportunidad para salir vivos de allí, y la iban aprovechar.

 

Pecio no categorizado, sección de carga Delta6.

Tras largo rato avanzando a marchas forzadas, los cinco integrantes de la Penitent acababan de sobrepasar el punto de extracción por el que habían accedido a la colosal nave unas horas antes. No habían detectado indicios de actividad hostil o amiga desde que abandonaran los maltrechos restos de la expedición que habían venido a rescatar, con una diferencia fundamental, las paredes estaban completamente cubiertas por el hollín propio de una deflagración.
Sin duda aquella era la causa del temblor que habían sentido en toda la estructura de la nave, y a pesar de que el origen de la misma seguía siendo un misterio los signos de los combates eran cada vez más evidentes a medida que avanzaban a lo largo de los laberínticos pasillos. Poco antes había logrado establecer una breve comunicación con el Orgullo de Kratia, aunque había sido escueta y poco esclarecedora, el sargento primero Rodius había limitado cualquier explicación a “Avanzar hacia punto Randez-vous balizado, a cualquier coste”. Aquello solo había logrado aumentar la impaciencia de Perseo, ¿a qué demonios se refería con cualquier coste?, conocía perfectamente las implicaciones de aquella orden, pero era un protocolo poco habitual para una operación encubierta, después de todo estaban en territorio amigo, y abrirse paso a tiros no iba proporcionarles precisamente una cuartada creíble ni un salvoconducto para aquel desaguisado.
Las ensoñaciones del sargento se vieron súbitamente interrumpidas cuando una sección entera de la planta superior de la nave se desprendió a escasos metros de donde se hallaban, al chirrido de la tensión del plastoacero doblegándose le siguió el de la succión del vacío espacial, desgarrando aún más el boquete que acababa de abrirse, sin embargo su servoarmadura  reaccionando a la caída de la presión activó inmediatamente las presas magnéticas de sus botas.
A través de las brechas que se acababan de abrir en el casco Perseo pudo contemplar como tenía lugar una escena sobrecogedora. El orgullo de Kratia avanzaba renqueante y con evidentes daños en su casco directo hacia una línea de batalla formada por tres fragatas imperiales, mientras estas no cesaban de castigar su avance con fuego racheado. El estrecho perfil frontal del crucero de los Mirmidones dificultaba el blanco, por lo que muchos de los proyectiles de plasma incandescente erraban su blanco perdiéndose en el frio vacío espacial, algunos de ellos con trayectorias peligrosamente próximas a la estación. A pesar de ello el sargento podía distinguir claramente las detonaciones que el  crepitante plasma formaba en forma de fogonazos azul eléctrico, indicando el lugar donde el casco era alcanzado.
Perseo supuso que aquellos disparos perdidos eran la causa de al menos la segunda de las explosiones, los motivos de la primera seguían siendo una incógnita, aquel pensamiento reavivó su espíritu. Po lo que ordenó a la Penintent retomar la marcha. Los cinco integrantes de la escuadra siguieron abriéndose camino a través de aquella estancia donde los daños eran catastróficos,  tras una rápida ojeada al áuspex decidieron desviarse siguiendo un diminuto pasillo de servicio auxiliar que había soportado mejor la explosión y aún conservaba una compuerta blindada de accionamiento manual intacta, por lo que era de esperar que al otro lado de la misma la presión fuera estable.
El conducto era un pasadizo auxiliar colindante al muelle de carga, pos sus paredes discurrían los cables energéticos mediante los que se accionaban las colosales presas magnéticas que mantenían anclado y estable el enorme pecio junto a la Jerguen. Tan pronto como habían superado la última esclusa de seguridad y la presurización se completó, la reverberación del sonido reveló el inconfundible sonido de los disparos de láser acompañados de alguna detonación menor en la lejanía. Casi instintivamente los cinco integrantes de la Penitent clavaron la espada contra la pared más próxima, con las armas dispuestas. Con un gesto seco de muñeca el sargento puso en marcha a la escuadra, esta vez sin avanzaban con la tensión del combate dibujándose en cada centímetro de sus imponentes servorarmaduras. No había tiempo para contemplaciones tácticas, tras largos años de formación en contraespionaje y operaciones encubiertas con la séptima centuria Perseo había aprendido que cuando todo se va a la mierda, la mejor baza era moverse rápido y actuar expeditivamente.

 
El vestíbulo principal mostraba signos de haber sufrido un combate intenso, pero juzgar por el sonido el grueso de las hostilidades parecía haberse adentrado en la estación. El suelo estaba poblado de despojos humanos, similares a los que habían visto horas antes en el interior del pecio, sin embargo esta vez intercalados entre los bulbos sanguinolentos aparecían esporádicamente cuerpos que aun conservaban su apariencia humana. Sin detenerse en los detalles Perseo contabilizó no menos de media docena de uniformes distintos, por lo que dedujo que la situación debió de ser caótica, sin embargo no lograba identificar ningún patrón que delatara el desarrollo de los acontecimientos, aquellos hombres parecían haber empezado literalmente a disparar los unos contra los otros sin razón aparente.

1 comentario:

  1. Sigues dejándonos con ganas de más, jeje.

    Espero con paciencia ver la continuación.

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